Parejas que se quieren bien. Matrimonios que se reencuentran. Solteros felices a su bola. Rupturas que llegaron justo a tiempo. Amantes furtivos que ya no pueden jugar a encontrarse. Tinder reinventándose. Balcones que parecen bares. Pisos de solteros ardientes. Corazones rotos. Videollamadas con aire de cita. O de primeras citas. Familias separadas. Bodas pospuestas. Mareadores cuarentenos que matan el tiempo de presa en presa. Mudanzas exprés. Custodias compartidas. Crisis que se avivan en el 24/7. Y otras que se esfuman. Parejas que se cuidan, abrazan, acompañan. Padres que por fin disfrutan de sus bebés. Embarazadas sin paseo de día ni antojo de noche. Camas de hospital. Manos enguantadas pero entrelazadas. Nuevas rutinas. Nuevos espacios. Nuevos tiempos. Planes, sueños, secretos, futuros próximos. Manías imperdonables. Convivencias aceleradas. Relaciones pausadas. Ilusiones renovadas.
El otro día una amiga me preguntaba: ¿qué pasa ahora con esas parejas que estaban empezando, alguien ha pensado en ellas? Una primera cita prometida días antes del estado de alarma, relaciones incipientes que aún daban sus primeros pasos, reencuentros esperados, ligues de ocasión a punto de pasar a la siguiente fase, mensajes que no llegan, ilusiones a prueba de fuego, parejas que dudaban si era demasiado pronto para hacer un regalo o planear un viaje y de pronto se ven llenando una mochila a todo correr y subiéndose al Seguir leyendo «LAS RELACIONES EN TIEMPOS DE CONFINAMIENTO»