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The Red Door

A veces, la vida

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Moehringer

ODA A LOS BARES

Leí en una encuesta por ahí, nada serio, que casi un setenta por ciento de la población tenía más ganas de pisar el campo que los bares tras estas semanas de confinamiento y distanciamiento social. Luego, como siempre, llega la realidad para desmentirlo todo. Porque lo cierto es que nos hemos lanzado a las terrazas en esta extraña desescalada (mascarilla y medidas de seguridad mediantes) y no sólo por esa sensación de libertad renovada, sino sobre todo por los tan esperados reencuentros en torno a una mesa. Por eso los hemos echado de menos. Los bares, las calles, los cafés, el sol. Los desconocidos acodados en una barra. Los pequeños placeres y la buena compañía. El alboroto. La vida. Y celebrarlo.

Durante estas semanas, he leído Oda a los bares, un proyecto literario que busca apoyar al sector, traer respiradores a España, y homenajear a los que nos cuidan y a los que se fueron. «Mi patria son los bares, los restaurantes, el bullicio de la gente, los baristas, los camareros de siempre, la voz alzada, las manos que invaden tu espacio-aéreo-vital para pedir la cuenta», escribía Alba Díaz en su relato, titulado El sueño de un bar de verano, mientras recordaba ese ritual, ese olor, el de la cerveza dorada y las papas fritas de bolsa, en apenas unos metros cuadrados, frente al mar, o frente a lo que sea, mientras el sol abrasa, los platos se vacían y las prisas se desvanecen. Mientras pasan cosas. Seguir leyendo «ODA A LOS BARES»

TENISTAS, SUPERPODERES Y (OTROS) ALTOS VUELOS

A veces me sorprendo a mí misma haciendo conexiones curiosas. Imagino que es algo que nos pasa a todos, claro. Voy andando por la calle, veo un calvo y me acuerdo de que tengo pendiente llamar a alguien (no a un calvo); oigo una canción en la radio y me recuerda que tengo que comprar papel higiénico, no queda. Esas extrañas asociaciones que hace el cerebro, enhebrando recuerdos sin nuestro permiso, tienen su lógica dentro de la locura.

Cuando en su día leí partes del libro Open, biografía del tenista André Agassi escrita por el premio Pulitzer M.H. Moehringer, me vinieron tantas ideas a la vez a la cabeza que escribí el borrador de lo que luego sería uno de los primeros posts de este blog, aunque poco se parecía al borrador, y nada al libro: las facturas y la vocación. Recibí comentarios y visitas, se abrió un buen debate y el tema me siguió dando mucho que pensar y que rumiar. Este fin de semana, en el torneo de Miami, no llegaban a la final ni Nadal (lesionado) ni Federer y, aunque ganó Isner, recuerdo más los titulares de siete días antes: “Roger Federer, de nuevo a sorbos” o “Federer cede en la primera ronda de Miami y Nadal recupera el número 1”.  Ese Federer imbatible más allá de los cuarenta, renacido de sus cenizas como dicen los poetas de ahora hasta trillarlo, o convertido en nuestro Buzz Lightyear como leía en una columna de Javier Aznar hace ya un par de meses [muy recomendable si no la habéis leído, una maravilla], perdía contra todo pronóstico en el primer partido del Masters 1000 de Miami. Hasta el infinito y más allá. Nada de los habituales titulares homéricos, nada de épica, y en ese momento, Seguir leyendo «TENISTAS, SUPERPODERES Y (OTROS) ALTOS VUELOS»

DE HOMBRES Y BARES

Sobre hombres y bares siempre hay una versión poética y una versión canalla. Real. Más turbia o más cruda. Pero en cualquier caso, siempre más real.

La versión poética suele estar llenita de mitos, fantasías e idealizaciones.

La versión más canalla, de amistad y borracheras. De resacas y confesiones. De cicatrices que se curan y miedos que se beben. De olvidos, también.

Da igual el bar y da igual el lugar. Dan igual las leyendas, las formalidades y los prejuicios. A los bares vamos para lo mejor y también para lo peor. Vamos acompañados o necesitados de soledad. Vamos y celebramos. Vamos y echamos las horas. Vamos y el resto del mundo desaparece por completo. Como si no hubiera nada más fuera, como si fuéramos los únicos supervivientes en la tierra y exprimiéramos el tiempo entre barras y brindis, con ese olor tan característico, sólo suyo, cuando se mezclan los sacos de patatas al por mayor con los barriles de cerveza fría.

Nos alineamos en taburetes como bolos a punto de ser derribados por el mejor Seguir leyendo «DE HOMBRES Y BARES»

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